sábado, 25 de marzo de 2017

Cap 9: Tal vez no fue buena idea meterlo en el plan


Eran las 17:00 cuando alguien tocó el timbre.

Será él. -Dijo Alan con un tono de seguridad.

Y efectivamente era la persona a la que Alan se refería, Uriel. Gael, Alan y Dante habían decidido definitivamente contarle todo lo que había ocurrido los últimos días y le esperaban desde hace un rato en la casa de Dante.

Su casa era pequeña, por fuera estaba cubierta de ladrillos muy anaranjados con dos ventanas a cada lado de la puerta refugiadas por unas rejas negras. Nada más entrar, podías ver un largo pasillo de madera que se dividía tanto a la izquierda como a la derecha en dos habitaciones: el dormitorio, la cocina, el baño y el salón; y ahí es donde esperaban la llegada de su amigo, sentados en un sofá rojo granate situado sobre una alfombra que representaba una hermosa noche estrellada tal vez desde lo alto de un monte lejos de las luces de la ciudad.

-¿Quién es? -Preguntó Dante con un tono de voz elevado mientras se acercaba a la puerta.

-Soy yo, Uriel. -Afirmó

Dante le abrió la puerta y le dio la mano mientras le invitaba a pasar.

-¿Qué querías? -Preguntó Uriel a Dante mientras recorría el pasillo de su casa mirando los cuadros que tenía colgados.

-No seas impaciente, enseguida te lo contamos. -Le contestó Dante justo al llegar al salón y tras asegurarse de que Uriel había visto ya a sus dos compañeros.

Los chicos le contaron a Uriel todo lo que les había ocurrido estos últimos días: cómo se plantearon ir a la casa, lo que allí ocurrió... Y tras eso, le comentaron el nuevo plan a seguir.

-Necesitamos tu ayuda para poder entrar en el ordenador de Caín. Se nos ocurrió que sea lo que sea lo que pasó aquel día, tiene que estar dentro del ordenador, sino no tendría sentido que estuviese tan escondido. -Le comentó Alan a Uriel.

-A ver... A ver... Con calma, un momento, ¿!Que habéis hecho qué¡? ¿Cómo habéis pensado todo esto? Es de locos. -Respondió Uriel sorprendido y tratando de asimilar todo lo que le acababan de contar.

-Os dije que no era buena idea. -Recriminó Gael mirando con cara de tener razón a Dante y Alan.

-Entiendo tu reacción. -Dijo Dante. -Pero entiéndenos a nosotros, hemos luchado por llegar hasta aquí y vemos buena idea pedirte ayuda, además, hemos estado hablando y nos hemos prometido entre los tres que pase lo que pase no te vamos a involucrar en nada que no quieras. -Aclaró.

-A ver... Yo os quiero ayudar, está claro que todo esto me ha pillado por sorpresa, pero claro que quiero, me gustaría seros útil ahora que se todo esto. -Les confirmo Uriel aún con cara de sorpresa.

Uriel empezó a examinar el ordenador. Estaba viejo y lleno de polvo por lo que tendría que abrirlo y limpiarlo lo mejor posible para que funcionase lo más rápido que un ordenador en esas circunstancias se podía permitir.

Tras examinarlo durante unos minutos, Uriel les dijo:

-Vale pues tengo toda la tarde libre así que si queréis voy a la tienda de mi amigo de La Fuente y le comento qué es lo que puedo necesitar para que el ordenador arranque.

-Nos parece bien. -Asintió Dante.

Y así fue, Uriel cogió su coche, un Ford gris del 2000 y puso rumbo hacia la tienda de informática donde estaba Ángel, el dependiente de la tienda, amigo suyo casi por obligación tras la cantidad de veces que Uriel le había visitado en busca de alguno de sus productos.

-¿Qué me traes hoy? -Le preguntó Ángel a Uriel al verlo pasar por la puerta.

-Un amigo mío se ha encontrado su ordenador viejo en su trastero y me gustaría que lo pusieses a funcionar, también tiene una contraseña así que si pudieras quitarla... Lo he estado intentando yo todo el día pero no he sido capaz, se ve que mis conocimientos no llegan a tanto. -Le comentó Uriel.

-En condiciones normales no lo podría hacer pero te conozco y no puedes esconder nada malo, así que trae para acá, lo tendrás listo en una hora más o menos. -Le respondió el dependiente.

Dicho y hecho, el ordenador estuvo listo en una hora. Contento por haber hecho un buen trabajo, Uriel se dispuso a volver a casa de Dante para ver lo que había en el ordenador. Una vez en la carretera, poco tiempo tardó en darse cuenta de que un coche le seguía desde que salió de la tienda.

-¿Qué narices hará ese todoterreno negro detrás de mí todo el rato? -Se preguntó Uriel con miedo mientras empezaba a acelerar para ver si conseguía perderlo de vista.

Pero no, al contrario, el todoterreno también aceleró hasta tal punto que tocó lo justo el coche de Uriel para desviarlo de la carretera y hacerlo chocar contra el quitamiedos. Uriel quedó inmóvil tras haber dado tres vueltas de campana y siquiera sin poder ver como el coche que le embistió se dio a la fuga como si nada hubiese pasado.

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