jueves, 4 de octubre de 2018

La culminación de un gran engaño: capítulo 7.


A la mañana siguiente, Martín entró en la oficina con una caja de donuts para repartir entre todos los empleados.
«Así me ganaré su confianza», pensaba.
Y mientras los repartía a todo aquel que pasaba por allí, alguien le tocó el hombro por detrás, Raúl.
Hola Martín, ¿te has enterado ya? preguntó éste directamente.
Hola Raúl. No te había visto, ¿quieres uno? dijo señalando la caja de donuts que portaba ¿Enterarme de qué?
De que Marco se ha ido y quedamos sólo tú y yo.

Aaahh... Sí, algo me comentó anoche mi padre, una pena, tenía pensado hacer grandes cosas con él y bueno, le deseo lo mejor allá donde vaya dijo Martín aparentando no saber nada.
Sí... una pena. Por cierto, ¿tú estabas con él estos últimos días no? ¿De verdad no te esperabas nada de esto? ¿No viste ningún cambio en él que te hiciese pensar que estaba demasiado agobiado o que la situación le estaba provocando mucho estrés? No sé, yo creo que me hubiese dado cuenta le comentaba Raúl a Martín con cierto tono de sospecha.
La verdad es que tengo que admitir que no, no me di cuenta. Cometí el gran error de centrarme demasiado en el proyecto que teníamos en común, y no pude percatarme de lo mal que se encontraba Marco contestó éste intentando contentar a Raúl.
En algún momento Marco me llegó a comentar que no estaba del todo de acuerdo con tus métodos de trabajo y bueno, sólo quiero que sepas que si en algún momento noto que te pasas con algún empleado se lo comunicaré yo mismo al jefe le dijo Raúl con tono amenazante.
«Idiota, tú qué sabrás de mis métodos de trabajo», pensó Martín antes de asentir con la cabeza y darse la vuelta para dirigirse a su despacho.
Y es que Raúl, tal vez no fuese tan trabajador como lo era Marco o tan brillante como aparentaba ser Martín, pero siempre aportaba su grano de arena a todo tipo de proyectos, siempre estaba atento de los trabajadores y odiaba y denunciaba a todo aquel que se creía con el suficiente poder como para humillar a un empleado. Era esa persona a la que acudir cuando necesitabas algo de apoyo, esa persona que siempre te impulsaba.
Raúl iba a cumplir 10 años ya al servicio de Electronic Master y siempre se le había caracterizado por estar centrado en su trabajo, aunque si alguien le necesitaba siempre estaba a su disposición, "era como un delegado de clase pero en el trabajo" — había dicho Bruno alguna vez. Y es por eso por lo que Bruno le había elegido como candidato, más que por su labor, que era bastante buena, por su colaboración con todos los empleados de la empresa.
Iba al instituto y ya entonces había destacado por ello, sus amigos siempre le pedían consejos, ayudaba a aquellos que creía que lo necesitaban y estaba atento de aquellos otros despistados. Se había formado y especializado en informática porque pensaba que era una buena forma de ayudar a las personas. Con el auge de la tecnología, todas las familias tendrían ordenadores, móviles, tabletas y cualquier tipo de dispositivo electrónico que en cualquier momento podrían romperse y es ahí donde Raúl juntaría sus ganas de ayudar siempre a la gente con su mayor hobbie, las tecnologías. Además, Electronic Master le había dado la posibilidad de emprender un proyecto que le rondaba por la cabeza desde siempre: crear un dispositivo/aplicación que se activase cuando una persona tuviese una urgencia. Por esta razón, Raúl ansiaba el puesto de jefe, para poder reunir a toda la empresa en un único proyecto.
Y es por eso por lo que le había llamado la atención a Martín. A pesar de que a todo el mundo le gustaba Martín, a Raúl nunca le había parecido nunca tan bueno como el resto decía, siempre había creído que su persistente ambición con ser el mandamás de la empresa coincidía con su rapidez escalando puestos. Es cierto que llevaba casi los mismos años que Raúl en esa empresa, pero a éste le parecía raro que una persona sin apenas estudios sobre la materia de la empresa fuese tan bueno como para quitar de encima a tanta gente como se había quitado.
Y el caso de Marco, fue la gota que colmó el vaso para Raúl. Desde siempre habían sido muy amigos y se conocían muy bien, por eso, aún no había logrado entender como una persona tan trabajadora y tan implicada se hubiese esfumado de la empresa sin más. 

lunes, 24 de septiembre de 2018

La culminación de un gran engaño: capítulo 6.

— Qué buenos recuerdos — dijo en voz baja mientras salía de su coche para al fin dirigirse al prostíbulo.
Al entrar, Martín siguió el mismo proceso que seguía siempre que visitaba aquel lugar, dirigirse a la barra para observar a todas las chicas que bailaban en el escenario, mientras  saboreaba una copa de Bourbon, para después elegir a aquella que creía que era más apta. Cabe decir que el término "apta" para él en ese momento era para chicas más manejables, más ingenuas y que a ser posible llevasen ya unas copas de más o estuviesen drogadas para que en el momento de estar a solas, satisfaciesen sus necesidades tal y como él quería. Y por supuesto, ese día no iba a ser menos:
— Hola encanto, ¿cómo te llamas? — preguntó Martín sugerente mientras le ponía el pelo detrás de la oreja.
— Ro... Romina, ¿y tú? — respondió ésta algo nerviosa al ser una de sus primeras noches en ese local. 
— Me llamo Enrique, ¿eres nueva, verdad? Vengo mucho por aquí y nunca había visto esos ojitos tan inocentes — dijo éste poniéndole la mano sobre el muslo.
— Si... vine hace poco... Pero bueno, ¿qué te gusta hacer?
— Vamos a la habitación y te lo enseño — dijo este con cierta forma autoritaria, cogiéndole de la mano para irse hacia el lugar indicado. 
Entraron a la habitación, la cual tenía una luz tenue de color rojo que inspiraba al deseo, y por supuesto, Martín, había escogido la suite más cara, la de la cama redonda, que poseía espejos tanto arriba como a los lados de la cama. Nada más entrar, lo primero que hizo Martín fue abalanzarla sobre la cama.
— Ven aquí — dijo éste con deseo y ganas de empezar mientras se dirigía a ella para rasgarle las medias de rejilla y quitarle la ropa interior.
Justo después se quitó él toda la ropa para ponerse sobre ella de rodillas. Le cogió las manos con su mano derecha y se las apretó contra la cama para que ésta no pudiera moverse. Acto seguido, le introdujo su pene erecto en la boca de la joven, empujando con fuerza para disfrutar viendo las arcadas que le provocaba.

— Vamos, chupa, seguro que te gusta mucho — ordenaba éste mientras seguía empujando y empujando. 
Ella, agobiada, se echó para atrás haciéndole entender que era demasiado brusco y se intentó poner encima de él, a lo que él respondió acto seguido volviéndola a lanzar sobre la cama e introduciendo su pene de nuevo, ésta vez en su vagina. Cada vez el sexo era más y más duro y parecía que él iba olvidando cada vez más que lo que tenía enfrente era un ser humano, una pobre chica que iba sufriendo cada vez más dolor en vez de placer.
— Te gusta que te den duro ¿eh, zorra? — gritaba éste disfrutando del control que tenía sobre la situación. 
Martín consiguió llegar al éxtasis al ver el cuerpo agotado de Romina debilitado de tantos golpes que le había asestado. El acto duró lo suficiente para que él se sintiese lo suficientemente poderoso como para liberar toda la tensión que albergaba. 
Una vez hubo terminado, se levantó y se fue, sin articular palabra y dejándole el dinero en la cama tirado. Ella se quedó tumbada en la cama, mirándole y pensando cómo le había humillado, sabiendo que sin duda ese polvo le costaría mucho de olvidar.
Al salir Martín a la calle, satisfecho por lo que acababa de hacer, se fumó un cigarro pensando en lo mucho que había disfrutado, ya que la joven no había puesto ningún impedimento a sus exigencias. Contento, se dirigió a su coche para volver a casa y pensar en cómo podría acabar con Raúl, el único obstáculo que le quedaba por derribar. 
Sólo así pensaba que llegaría a conseguir su ansiado objetivo pero no sabía que Raúl era más fuerte psicológicamente que Marco y que también estaba haciendo todo lo posible para ser el sustituto de Bruno, eso sí, por las vías que se les había permitido. 



sábado, 22 de septiembre de 2018

La culminación de un gran engaño: capítulo 5.


Lo siento pero me voy, Bruno dijo Marco entristecido tras haber pasado al despacho del jefe.
¿Qué ha pasado? preguntó éste.
—  No puedo más, noto que es mucha responsabilidad para mí, ni siquiera he podido seguirle el ritmo a Martín, él es mejor que yo y seguro que Raúl también, por lo que he decidido presentar mi dimisión. Tengo un buen currículum así que no creo que tenga problemas en encontrar otro trabajo cuando me recupere con menos responsabilidades y que sea capaz de asumirlo argumentó Marco.
—  Sin duda, perdemos a un gran trabajador con tu marcha. Sinceramente, y que quede entre nosotros, creía que ibas a ser mi sucesor. Tu empeño en hacer todo casi a la perfección, toda tu dedicación hacia nuestra empresa y todo tu trabajo realizado no ha sido en vano, pero si es tu decisión la aceptaré —  afirmó Bruno.
Siento si le he defraudado, jefe, pero creo que esto es lo mejor para todos comentó Marco justo antes de dejar su carta de despido encima de la mesa.
Y así fue como Marco abandonó su candidatura a jefe de la empresa, su puesto de diseñador de productos y todo lo relacionado con ese lugar. Marco estaba fuera del juego que semanas antes Bruno había inventado y del juego del cual su hijo Martín había establecido sus propias reglas. 
Martín se enteró de la noticia minutos antes de salir por la puerta del trabajo para dirigirse a su casa. Había transcurrido poco tiempo pero la dimisión de Marco era un secreto a voces en aquel momento ya que, al dimitir, obviamente se le eliminaría de las elecciones, quedando como únicos candidatos Raúl y Martín.
Entró en su coche con la satisfacción de haber conseguido lo que pretendía, incluso sonreía de tal forma que parecía que le habían elegido como sucesor de su padre.
«Fue demasiado fácil, pensaba que iba a costarme más quitármelo del medio», pensó Martín.
En ese momento, arrancó el coche para dirigirse al prostíbulo donde siempre celebraba sus logros, donde iba en aquellas situaciones en las que se sentía tan poderoso que tenía que exteriorizarlo de alguna manera.
Al llegar, se quedó ensimismado con aquellas luces, aquellas luces que ya había visto tantas veces, las mismas que empezó a visitar hace mucho tiempo cuando el deseo de dominio le empezó a invadir. Fue entonces cuando rememoró su infancia, su adolescencia, cómo todo aquello se empezó a enlazar con el lado oscuro de los prostíbulos.
«Pensé que después de esos dos días mi cabeza no iba a dejar de pensar en otra cosa. Ver a mi madre, muerta, durante tanto tiempo... a mis cinco años, pensaba que ya estaba muerto, pensaba que día tras día se me repetiría la misma escena, a mí mismo intentando reanimar a mi madre sin apenas saber cómo hacerlo, cómo sacarla de ahí. Pero sólo gracias a mí, soy como soy, fui capaz de aguantar todo ese trauma yo solo ni mi padre estuvo ahí para asegurarse de que no muriese...», Martín entonces empezó a recordar lo que para él era uno de los momentos más trágicos de su vida, la muerte de su madre:
Ocurrió una noche en la que el frío empezaba a congelar el asfalto, por una oscura y serpenteante carretera que incitaba todo menos tranquilidad. Martín y su madre, Katy, tuvieron que salir de su ciudad por aquellas carreteras para dirigirse al hospital general situado al pasar varias ciudades, ya que ésta se encontraba demasiado mal para quedarse en casa, teniéndose que llevar a su hijo debido a que su padre por aquel entonces trabajaba hasta tarde.
Katy sabía que no estaba para conducir, que tal vez la mejor opción hubiese sido llamar a algún familiar o conocido que le hiciese el favor, pero nunca le gustaba causar preocupaciones a los demás, por eso, cogió a su hijo, lo puso en su sillita y se dirigió con toda la precaución que le era posible hacia el hospital, sin saber que, desgraciadamente, iba a ser el último viaje que realizaría.
Quince minutos restaban hasta la llegada al hospital cuando a Katy se le empezaron a cerrar los ojos a causa de los medicamentos que ésta se había tomado antes de salir para tratar de aliviar el dolor de cabeza que le abrumaba. «Ya queda nada, aguantaré» pensaba. Pero, desgraciadamente, en la segunda curva del kilómetro 13, un parpadeo demasiado prolongado para esa carretera, unido al hielo que ya había, provocó que el coche con Katy y el pequeño Martín se chocase con el quitamiedos para caer 16 metros hacia abajo.
Por desgracia, Katy no pudo sobrevivir a tal accidente, sufrió lesiones en todas las partes de su cuerpo, se rompió la clavícula y el hombro izquierdo por culpa de los golpes que el coche daba al caer, en un sinfín de vueltas de campana por el terraplén de la carretera, hasta toparse con un árbol frontalmente, causándole traumatismos mortales en el cerebro. La suerte para Martín corrió de su lado ya que asombrosamente, salió físicamente ileso, pero las secuelas psicológicas le llegaron más allá de lo que él mismo pudiese pensar.
Tras este suceso, a Martín le quedaba aún lo peor pues nadie les vio caerse, nadie llamó a los servicios de urgencias y por ende tuvo que intentar arreglárselas sólo. Fue a la mañana siguiente cuando Bruno, al llegar y ver que no había nadie, empezó a buscar a su familia.
«... Además, a partir de aquello mi padre se volvió mucho más estricto, quería que fuese como él, un hombre hecho y derecho que fuese capaz de afrontar todos los problemas que me viniesen. Me llevó a los más estrictos colegios religiosos en los que por cualquier motivo que ellos pensasen inadecuado me sometían a golpes, insultos, vejaciones. Además al llegar a casa igual, tampoco distaba mucho de lo que me ocurría en la escuela. Pero supe sobreponerme a todo eso porque la verdad es que me daban igual todos los castigos ya que yo era el que siempre lo hacía bien y ellos, al verme, los que querían hundirme…
… Ellos creían que me hundían, que me manejaban, que me controlaban, pero no era así. Era yo el que con cada una de mis acciones les enterraba mermando cada vez más sus intentos de abatirme. Me acuerdo de que era el amo del recreo, todos me adoraban, alguno de ellos incluso me daba su dinero para que yo me comprara comida, como me cubrían cuando yo hacía novillos e incluso como alguno tras mucho insistirle me hacía los deberes»
«Aunque sin duda mi mejor etapa fue en el instituto y en la universidad. Mi padre se dio por vencido y pude ir a un instituto y a una universidad públicos por lo que me fue mucho más sencillo saber a qué grupos acercarme. Tenía un grupo que me pasaba sus  apuntes, otro al que le pedía dinero y el mejor, el grupo con el que salía a la calle e íbamos a sitios oscuros y prohibidos para nuestra edad, como éste. El descubrimiento de mi sexualidad fue fascinante, empezó a los 15 años y hasta entonces aquí sigo», estaba claro que Martín necesitaba desahogarse consigo mismo de alguna forma, y habitualmente se quedaba pensando enfrente de esas luces que tantos recuerdos le traían. Siempre lo hacía, era su ritual antes de entrar, recordar tanto lo malo como lo bueno de su infancia/adolescencia, a veces hasta parecía que se entrevistaba a sí mismo. 

martes, 28 de agosto de 2018

La culminación de un gran engaño: capítulo 4.


Marco, a mi despacho cuando puedas, por favor ordenó  Bruno tras haberle llamado al teléfono del despacho.
«Lo que me faltaba, reunión con el jefe ahora», pensó Marco mientras se levantó para ir a su cita con su jefe.
Dime Bruno, ¿qué quería?   dijo éste preocupado.
  Cambia esa cara Marco, que os haya puesto en esta situación es culpa mía y quiero que sepas que ante todo está vuestra salud mental y física así que quiero que sepas que tienes a partir de ahora mismo dos días libres para que los disfrutes con tu mujer y en tu casa. Martín me ha contado que no has parado ni un día con un proyecto que tenéis entre manos y creo que te mereces un descanso; no te preocupes por nada, esto no influirá a la hora de elegir a mi sucesor   le propuso Bruno.
¿De verdad?   contestó Marco Gracias jefe, ahora mismo preparo mis cosas y me voy, sinceramente creo que lo necesito.
  Pero Marco, descanso significa descanso, si te lo doy es para que desconectes totalmente de la empresa, no quiero oír que has aprovechado para seguir con ese dichoso proyecto.
  De acuerdo jefe, le haré caso.
Acto seguido, Marco se marchó para su casa dejando el ordenador en la oficina para asegurarse de que no iba a seguir con su trabajo en casa. Desgraciadamente, Martín le tenía preparadas un par de sorpresas más:
Marco había llegado a casa contento por tener dos días de descanso, cuando nada más abrir la puerta lo primero que observó fue la imagen de su mujer desolada sosteniendo una fotografía en la mano.
¿Qué te pasa?   preguntó éste.
  Explícame qué es esto, por favor...   le contestó Sara, su mujer, llorando mientras le enseñaba la dichosa fotografía que ya había circulado por su empresa.
  Eso es falso, te lo juro, en la empresa también lo han pasado y ni siquiera sé quien ha sido capaz de hacerlo... me conoces, soy buena gente y jamás te traicionaría   contestó Marco intentando convencer a Sara de que esa fotografía era falsa.
  Ya no sé si creerte Marco, llevas unas semanas alejado de mí, como abstraído y esta imagen lo único que hace es justificar que ya no me quieres, que prefieres buscar lo que no tienes conmigo y necesitas nuevas experiencias con otras mujeres   le comentó Sara deprimida.
  Desde que empezaron estas absurdas elecciones sólo he tenido problemas... y llevas razón en que he estado muy alejado de todo el mundo sin darme cuenta de nada, hasta hoy; lo único que quiero es recuperarte a ti y seguir el rumbo de mi vida, de verdad, sólo déjame una semana más y verás como todo se aclara. Estamos en las elecciones de una de las empresas más importantes de la ciudad y creo que es normal que intenten echar mierda sobre mí   dijo Marco intentando convencer a Sara.
  Tienes una semana para demostrarme que no me equivoco   le contestó ella.
Tras esta discusión, Marco, desamparado, se fue al baño a desahogarse. No podía más, toda esa situación estaba acabando con él, veía que no era capaz de llegar a la altura de las exigencias de Martín. Tenía claro que confiaba en él ya que era un hombre que había conseguido muchos éxitos anteriormente y veía en él la llave para poder ser el nuevo jefe y darle a su mujer la estabilidad económica que ambos ansiaban. Sin embargo, veía todos sus esfuerzos frenados continuamente por las circunstancias que estaban aconteciendo en ese momento.
Por suerte para Marco, estos dos días de descanso le sirvieron para coger fuerzas, pero desgraciadamente, no las suficientes para afrontar lo que le iba a  suceder al llegar a su despacho y darse cuenta de que todo su proyecto había desaparecido.
¡No puede ser! gritaba  ¿Dónde está? ¡Todo mi proyecto ha desaparecido!
Acto seguido, Martín, que estaba esperando a que Marco se diese cuenta de lo que había pasado, entró pareciendo asustado por los gritos que éste emitía.

¿Qué pasa, Marco? —  preguntó con un asombroso tono de preocupación.
—  No está, por ninguna parte, ha desaparecido —  decía Marco esta vez con un tono mucho más bajo y mirando únicamente al frente.
¿El qué no está? ¡Contéstame venga! preguntaba Martín aparentando preocupación.
—  El proyecto, ha desaparecido, no lo veo por ningún lado. Parece imposible pero no está. Es como si se hubiese esfumado —  contestó Marco antes de romper a llorar desconsoladamente.
¡¿Cómo?! exclamó Martín haciéndose el afectado mientras apoyaba su espalda en la pared y se llevaba las manos en la cabeza.
En ese momento empezó a recordar lo que había hecho el día anterior para hacer desaparecer del ordenador de Marco ese proyecto:
Esperó a que el resto de empleados terminasen su turno de tarde para  irse a sus respectivas casas para después bajar a hablar con la jefa de seguridad de la empresa argumentándole si podía hacerle el favor de dejarle dentro, prometiendo no molestar pero aludiendo que necesitaba quedarse un par de horas más para adelantar trabajo que sólo podía hacer en la oficina. Y claro, cómo ésta le iba a decir que no a la única persona de la empresa que le saludaba por las mañanas con una sonrisa tan encantadora, no tuvo más remedio que permitírselo. Una vez sin gente y con el ordenador de Marco enfrente, metió en el ordenador un virus que revelaba todas las contraseñas que ese sistema operativo contenía. Tras esto, sólo faltaba meterse en su ordenador y esperar a que se revelasen todas y cada una de ellas. Una vez con las contraseñas necesarias, Martín  hizo lo que Marco se temía: borró el proyecto.
«Un plan genial de un genio»,  pensó mientras veía cómo Marco se derrumbaba cada vez más y más.

martes, 21 de agosto de 2018

La culminación de un gran engaño: capítulo 3.

A la mañana siguiente, Martín se despertó feliz pues veía cómo el día anterior se le había abierto un mundo de posibilidades para acabar con Marco aunque, días antes de que éste aceptase su propuesta, Martín ya tenía más que preparado el plan para quitárselo del medio:

Al principio todo sería muy bonito e ideal para Marco, dos de los máximos aspirantes a ser jefes de la empresa trabajando juntos codo con codo con el fin de sacar adelante un proyecto que les lanzase prácticamente a la fama; lo que no sabía es que Martín le iba a hacer sufrir como nunca antes le habían hecho sufrir, de una manera casi imperceptible tanto para él mismo como para el resto de sus compañeros.

Los días pasaban y poco a poco Marco se notaba más cansado y más desgastado, sabía que el proyecto llevaba mucha carga pero tanto él como Martín se notaban tan entusiasmados que no quería ni parar para descansar a fumarse un cigarrillo.

¡Como sigas así nunca podrás superarme, Marco!
A este paso seré yo el jefe, ¡mira la ventaja que te llevo!

Ejemplos así eran los comentarios que Martín le soltaba a Marco en tono burlesco de vez en cuando, cada vez que lo veía muy motivado o muy metido en el trabajo para descentrarlo y hacer que se concentrase aún más en ese proyecto; y así es, causaba el efecto que Martín esperaba, pues a éste poco a poco le iba quemando y le iba obsesionando cada vez más el hecho de poder terminar antes y de la mejor manera posible ese trabajo.

Si algo caracterizaba a Marco es que nunca antes había estado en una situación así, es decir, en un proyecto que le estuviese desgastando tanto y apartando de su vida normal. Siempre le habían halagado diciéndole que era de los mejores trabajadores que había dado esa empresa y que siempre tenía su agenda donde apuntaba todos sus quehaceres a lo largo del día, pero con este proyecto algo le había cambiado, en su agenda sólo tenía anotaciones relacionadas con el proyecto, no atendía a nada más e incluso su simpatía que tanto solía mostrar al mundo se le estaba borrando poco a poco. Martín le absorbía, el proyecto le absorbía y la única manera con la que pensaba resolver la situación era terminando el proyecto, sin saber que, desgraciadamente, Martín estaba haciendo lo imposible para llegar a ese fin.


 La obsesión de Martín de quitarse a Marco del medio llegó hasta tal punto que uno de los días se acostó a altas horas de la madrugada para crear a ordenador una fotografía falsa de él en la que parecía que salía de un prostíbulo, para, a la mañana siguiente y sin que el resto de empleados se diese cuenta, dejarlas en los respectivos buzones de éstos.

 ¿Qué es esto, Marco? le preguntó con un tono enfadado Martín al entrar a su despacho sin siquiera haber llamado a la puerta.
¿Cómo dices? contestó éste sorprendido por la imagen que estaba viendo.
¡Estamos en un proyecto demasiado importante como para que tú estés todas las noches de putas! dijo Martín elevando el tono.
Te prometo que eso es falso Martín, ¡si no salgo de casa! decía Marco preocupado.
¿Cómo qué no? Éste eres tú...
Sí, es cierto pero te aseguro que está manipulada, yo no haría nada así, no engañaría a mi mujer y menos por irme a un prostíbulo contestaba Marco como podía.
Vale, déjalo en mis manos ¿de acuerdo? No quiero que esto te afecte, así que veré que puedo hacer le decía Martín haciendo que Marco confiase y halagase aún más a éste.
Está bien afirmó.

Acto seguido, al salir del despacho, Martín se dirigió al despacho de su padre.
¿Se puede? preguntó Martín educadamente asomando la cabeza por la puerta.
Claro hijo. Dime, ¿qué quieres? se preocupaba Bruno.
Es sobre Marco, me preocupa. No sé si sabes que llevamos ya dos semanas con un proyecto y veo que él es incapaz de seguirme el ritmo. Está como aislado, ausente y bueno, me gustaría saber si podrías darle un par de días de descanso, pienso que así se relajaría y se despejaría un poco y además a la gente se le olvidaría todo este embrollo que se ha montado planteó Martín a su padre con tono de preocupación.
Aunque parezca que no, siempre te preocupas por tus compañeros, ¿eh? Está bien, ahora iré a comentárselo. La verdad es que nunca me esperaría de él que lo pillasen saliendo de un sitio así, seguramente alguien le haya querido tender una trampa y no voy a permitir que humillen a ninguno de nuestros empleados contestó de forma clara Bruno.
—  Papá, ¿te puedo comentar un secreto de lo que pienso sobre esto? preguntó  Martín.
Claro que sí.
Quiero dejar claro que no lo hago ni para quitármelo del medio ni para desprestigiar a nadie pero no sé... al ver esas imágenes he pensado en Raúl. Es un secreto a voces que Marco y yo estamos trabajando juntos en un proyecto para ganarnos juntos tu puesto y veo normal que Raúl intentase acabar con nosotros, no de esa manera pero lo entendería fabuló Martín.
No creo que Raúl haya sido capaz de algo así Martín, pero gracias por decírmelo, no me había dado cuenta que con esto de sucederme podrían crearse conflictos internos.

Después de esta conversación, Martín salió del despacho de su padre sabiendo que todos bailaban al ritmo que él estaba marcando y que todo seguía el curso de las cosas planeadas. 

jueves, 16 de agosto de 2018

La culminación de un gran engaño: capítulo 2

A la mañana siguiente, Martín se dirigió hacia la empresa pero esta vez algo cambiado. Ya de por sí se relacionaba poco con el resto de empleados pero este día Martín parecía distraído e inmerso en su mundo interior; tenía algo entre manos: hacer que Marco y Raúl se fuesen de la empresa, tensarles tanto la cuerda que no viesen otra opción que huir de ella.
¡Buenos días! dijo enérgicamente Martín al ver a Marco nada más entrar en la empresa.
Buenos días Martín, ¿cómo vas? contestó éste.
Bien, con ganas de empezar a demostrar lo que puedo hacer por esta empresa. Una cosa, he estado pensando algo que te podría interesar, ¿vienes a mi despacho un momento? le comentó a Martín.
¡Qué sorpresa! Claro, vamos contestó Marco.
Los dos se dirigieron hacia el despacho de Martín, éste con un paso algo ligero.
Una vez dentro, Martín invitó Marco a sentarse ofreciéndole una taza de café.
Muchas gracias dijo Marco encantado por el recibimiento que le había dado su nuevo "enemigo".
No hay de qué, al fin y al cabo no tiene porqué cambiar nada aunque seamos rivales, todos debemos ir en la misma dirección.
Eso mismo pienso yo. No sé, tenía miedo de que ahora que somos tres candidatos pudiese haber malos rollos o que nuestra rivalidad se contagiase al resto de empleados y la empresa se convirtiese en un caos. En fin, cuéntame, ¿qué querías proponerme? le preguntó Marco.
Quería que empezásemos a trabajar juntos. Como tú has dicho no quiero que esto afecte a la empresa, entonces había pensado que podríamos cooperar con el fin de demostrarles que somos un equipo, ¿qué me dices? propuso Martín.
Lo veo buena idea, pero… ¿cómo podemos cooperar? Creo que nuestros departamentos son muy distintos.
No te creas, justamente pensaba que nuestros departamentos son totalmente compatibles. Entonces fíjate, yo te propongo que tanto tú como tu departamento diseñéis una tableta nueva, en 3D, y después yo la lanzo con los mejores colaboradores que he tenido hasta ahora. Podemos ganar mucho dinero, Marco.
¿Cómo una tableta 3D? dudó.
Sí, mira. contestaba Martín mientras le señalaba unos bocetos que ya había diseñado la noche anterior al volver del trabajo Al terminar la reunión del jefe me puse a pensar, y di exactamente en el clavo. Hasta hoy hay muchas televisiones con 3D, con internet etc., pero nadie se ha fijado en las tabletas, podemos volver a relanzarlas y de una manera innovadora. ¿Qué me dices?
La verdad es que suena bien, ¿pero por qué quieres cooperar conmigo y así tan de repente? ¿No querrás usarme para demostrarle a tu padre que eres mejor que nosotros?    contestó Marco.
Para nada. Lo único que quiero es un modelo distinto al que tenemos hasta ahora, ¿para qué tener un jefe si podemos ser tres a la vez y podemos abarcar más cosas? preguntaba Martín a Marco mientras esperaba una respuesta que le satisficiera.
Ahí te tengo que dar la razón. Si te soy sincero, cuando escuché mi nombre como candidato a ser el jefe de la empresa me dio mucho miedo ¿sabes? Me gusta lo que hago y no me canso de hacerlo pero yo lo realizo con gusto no para competir con nadie, y menos con compañeros de trabajo. ¿Se lo has comentado a Raúl? ¿Cómo crees que nos puede ayudar a este proyecto? le contestó Marco.
Creo que de momento Raúl tiene poco que hacer con nosotros, quiero decir, tú y tu departamento tenéis ahora mismo la tarea de crear un proyecto de una tableta totalmente innovadora, y yo después tengo como objetivo recoger todo vuestro proyecto y presentárselo a los clientes. Una vez aprobado sí que intervendría Raúl, pero de momento veo bien que lo hagamos entre nosotros, ¿no crees?
La verdad es que de momento no tiene porqué intervenir, pero igualmente, si te parece, me gustaría comentárselo, porque al fin y al cabo llegado el momento tendría que intervenir le planteó Marco.
No, tranquilo, si justo me lo he cruzado antes de verte a ti y le dije que cuando hablase contigo me pasaría por su despacho, así que ahora voy para allá y lo dejo todo solucionado.
Está bien, gracias por todo Martín y gracias por pensar en mí en este proyecto. Confío en que seamos capaces de formar un buen equipo dijo Marco orgulloso de lo que había hecho su compañero.
Acto seguido, Martín salió satisfecho de la conversación que había tenido con Marco, había conseguido lo que quería, que Marco aceptase lo que sería su principio del fin en Electronic Master. Como era de suponer, ni Martín se había cruzado con Raúl previamente ni se dirigía a su despacho, lo único que quería era lo que acababa de conseguir, tener a Marco aislado e ilusionado con un proyecto del cual no obtendría ningún mérito.

martes, 7 de agosto de 2018

La culminación de un gran engaño: capítulo 1.



Eran las 12:35 cuando sonó ruidosamente la megafonía en Electronic Master, una empresa dedicada a la creación, diseño y distribución de tecnología, donde se podían encontrar todo tipo de tabletas, móviles de última generación y cualquier componente relacionado con las tecnologías de la comunicación. La tienda estaba situada en un polígono industrial a las afueras de Lardes, una ciudad grande caracterizada precisamente por su alto poder empresarial.
— Al finalizar su turno, todo el personal deberá dirigirse al salón de actos… El presidente de la empresa tiene algo importante que comunicarles —dijo Bruno Aguilera, jefe de recursos humanos durante 30 años y actual jefe de la empresa.
Bruno siempre se había caracterizado por su meticulosidad a la hora de establecer citas con todos sus empleados, por lo que a la mayoría de ellos les sorprendía que de repente tuvieran una cita con él en apenas una hora.
¿Qué querrá? se preguntaba uno de sus empleados al escuchar el mensaje.
¿Habrá pasado algo grave? dudaba otro con miedo de que la empresa hubiese quebrado.
Se acercaba la hora acordada y allí se dirigía en solitario Martín Aguilera, un hombre alto y apuesto, con una gran melena repeinada; nadie podría negar que era el hijo de Bruno.  Martín llevaba ya unos 10 años en la empresa, en la que estaba gracias a que su padre le dio una oportunidad de trabajo, y en el que por suerte había cumplido las expectativas que su padre tenía depositadas en él.
Ahí está se dijo a sí mismo Martín.
Y así era, ahí salía su padre, tan trajeado como siempre, hacia el micrófono, retocándose con una mano su canoso y poblado flequillo, mientras que con la otra se apretaba el nudo de la corbata para quedar lo más impecable posible, antes de dirigirse a todos sus empleados:
Sé que a todos os habrá sorprendido esta cita tan inesperada y tan multitudinaria, pero sé que si no lo hacía así no iba a ser capaz de dar este paso. Me voy… Es un pensamiento que me llevaba rondando mi cabeza ya hace unos meses y que hoy he decidido compartirlo con todos vosotros. La edad no pasa en vano y ya no me levanto con la misma fuerza, con las mismas ganas ni la misma ilusión y eso es algo que en un puesto de tanta importancia en esta empresa no se puede permitir. Por ello, antes de irme definitivamente, he decidido proponer tres candidatos de los cuales entre todos tendremos que elegir dentro del mes siguiente a mi sucesor. Los tres candidatos son los siguientes:
     En primer lugar, una persona caracterizada por su gran pasión, por lo que hace por esta empresa, por su gran creatividad y por las innumerables veces que nos ha salvado de caer en la rutina de hacer siempre los mismos productos; nuestro diseñador de productos electrónicos, Marco Gómez.
¡Qué buen sucesor! -Se escuchaba de fondo.
Me parece correcto y buen candidato decían otros.
     Para continuar, uno de los más comprometidos por esta empresa, una persona con la que puedes contar a pesar de que haya terminado su jornada laboral, un hombre en el que todos alguna vez hemos depositado nuestra confianza; nuestro encargado de la sección de electrónica, Raúl Nieva prosiguió el jefe.
   Raúl... ¡Genial! gritaba una de las personas bajo las órdenes del mismo.
   Y por último, una persona que desde que llegó no ha cesado su empeño en escalar hasta mi puesto, un hombre que ha puesto contra las cuerdas muchas veces a Ciencia y Diseño, nuestra mayor competencia, un chico que caracterizo por su dura capacidad de negociación sin escrúpulos; el encargado de negociar con empresas, Martín Aguilera finalizó Bruno.
El anuncio de Martín como último candidato tuvo división de opiniones: por un lado, estaba el sector que pensaba que, a pesar de que Martín era muy rudo a la hora de negociar con sus clientes era un trabajador brillante en cuanto a la consecución de objetivos para la empresa y por ello lo querían como nuevo jefe; pero por otro lado estaba el sector que pensaba que no todo vale para la consecución de esos objetivos, sino que había una forma más correcta de conseguirlos.
Quiero que sepáis que no ha sido tarea fácil elegir a estos tres candidatos, cada uno tiene su punto fuerte y su punto débil. Entre todos está ahora elegir la mejor opción para que pueda seguir manteniendo esta empresa como lo ha hecho durante todos estos años. No tengo nada más que decir, el 25 de Marzo por la mañana iniciaré las votaciones, tenéis un mes para ello, aprovechadlo finalizó Bruno antes de dirigirse a su despacho para recoger sus cosas.
También, toda la gente que se encontraba en el salón de actos se fue disipando para irse a sus respectivas casas entre un murmullo creado por la noticia que el jefe les acababa de dar; todo el mundo se iba menos una persona, Martín, que se quedó en una esquina hablando en voz baja:
No puede ser... Se tiene que estar riendo de mí, voy ahora mismo a hablar con éldijo mientras se disponía a encontrarse con su padre en su despacho.
Adelante dijo su padre desde dentro mientras metía sus cosas dentro del maletín.
Soy yo, tengo que hablar contigo, esto ha tenido que ser un error dijo Martín poniéndose tenso.
¿Un error? Yo creo que ha sido la mejor opción hijo, si queremos que la empresa siga como hasta ahora, tengo que dar a los empleados la oportunidad de elegir quién les parece mejor sucesor le contestó Bruno con la serenidad que le caracterizaba.
¿La mejor opción? ¡La mejor opción soy yo! recriminó Martín.
Martín, no empieces, hemos hablado de esto mil veces y nunca caeré en tu trampa. Es imposible nombrarte a ti como sucesor directamente, en primer lugar porque no quiero convertir la empresa en un régimen dinástico en el que mis empleados no tengan opción a votar, y en segundo lugar porque somos una empresa y todos juntos vamos hacia la misma dirección, y tú lo único que quieres es guiar a otros a una dirección mientras tú te mantienes en el mejor camino posible, y mientras no entiendas que todos somos un equipo nunca podrás ser un buen jefe contestó Bruno.
Eso es mentira. Gracias a mi tienes los mejores negocios con tus clientes, gracias a mi has ganado dinero que ni te esperabas, soy el mejor en esto y lo sabes dijo Martín.
¿Sólo gracias a ti? Somos una empresa de más de mil empleados, todos aportamos algo, no sólo eres tú le comentó Bruno enfadado con su hijo.
Está bien. ¿Quieres que entre en tu juego? Lo haré, te demostraré que soy el mejor y que este mes ha sido una pérdida de tiempo para ti y para todos. Adiós padre, nos vemos mañana dijo Martín antes de irse por la puerta dando un portazo.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Regreso con: La culminación de un gran engaño

Buenas tardes a todos.
Justo hoy me he metido a ver como iban las visitas en este blog y me he llevado una sorpresa muy grata: el número de visitas había incrementado considerablemente y de no seguirme nadie tengo 19 seguidores. 19 seguidores que ni siquiera les he podido agradecer su apoyo.
Es por ello por lo que me decido a subir a partir de hoy un libro que escribimos tanto mi novia como yo para una asignatura de la carrera, el cuál el profesor lo calificó con un 10.
Espero que os guste, yo os prometo que lo subiré al completo.
Muchas gracias por la espera.
Por fin puedo decir que estoy de vuelta.