A
la mañana siguiente, Martín entró en la oficina con una caja de donuts para
repartir entre todos los empleados.
«Así
me ganaré su confianza», pensaba.
Y
mientras los repartía a todo aquel que pasaba por allí, alguien le tocó el
hombro por detrás, Raúl.
—
Hola Martín, ¿te has enterado ya? — preguntó
éste directamente.
—
Hola Raúl. No te había visto, ¿quieres
uno? — dijo señalando la caja de donuts que portaba — ¿Enterarme
de qué?
—
De que Marco se ha ido y quedamos sólo
tú y yo.
—
Aaahh... Sí, algo me comentó anoche mi
padre, una pena, tenía pensado hacer grandes cosas con él y bueno, le deseo lo
mejor allá donde vaya — dijo Martín aparentando no saber nada.
—
Sí... una pena. Por cierto, ¿tú estabas con
él estos últimos días no? ¿De verdad no te esperabas nada de esto? ¿No viste
ningún cambio en él que te hiciese pensar que estaba demasiado agobiado o que
la situación le estaba provocando mucho estrés? No sé, yo creo que me hubiese
dado cuenta — le comentaba Raúl a Martín con cierto tono de sospecha.
—
La verdad es que tengo que admitir que
no, no me di cuenta. Cometí el gran error de centrarme demasiado en el proyecto
que teníamos en común, y no pude percatarme de lo mal que se encontraba Marco —
contestó éste intentando contentar a Raúl.
—
En algún momento Marco me llegó a
comentar que no estaba del todo de acuerdo con tus métodos de trabajo y bueno,
sólo quiero que sepas que si en algún momento noto que te pasas con algún
empleado se lo comunicaré yo mismo al jefe — le dijo Raúl con tono
amenazante.
«Idiota,
tú qué sabrás de mis métodos de trabajo», pensó Martín antes de asentir con la
cabeza y darse la vuelta para dirigirse a su despacho.
Y
es que Raúl, tal vez no fuese tan trabajador como lo era Marco o tan brillante
como aparentaba ser Martín, pero siempre aportaba su grano de arena a todo tipo
de proyectos, siempre estaba atento de los trabajadores y odiaba y denunciaba a
todo aquel que se creía con el suficiente poder como para humillar a un
empleado. Era esa persona a la que acudir cuando necesitabas algo de apoyo, esa
persona que siempre te impulsaba.
Raúl
iba a cumplir 10 años ya al servicio de Electronic Master y siempre se le había
caracterizado por estar centrado en su trabajo, aunque si alguien le necesitaba
siempre estaba a su disposición, "era como un delegado de clase pero en el
trabajo" — había dicho Bruno alguna vez. Y es por eso por lo que Bruno le
había elegido como candidato, más que por su labor, que era bastante buena, por
su colaboración con todos los empleados de la empresa.
Iba al instituto y
ya entonces había destacado por ello, sus amigos siempre le pedían consejos,
ayudaba a aquellos que creía que lo necesitaban y estaba atento de aquellos
otros despistados. Se había formado y especializado en informática porque
pensaba que era una buena forma de ayudar a las personas. Con el auge de la
tecnología, todas las familias tendrían ordenadores, móviles, tabletas y
cualquier tipo de dispositivo electrónico que en cualquier momento podrían
romperse y es ahí donde Raúl juntaría sus ganas de ayudar siempre a la gente
con su mayor hobbie, las tecnologías. Además, Electronic Master le había dado
la posibilidad de emprender un proyecto que le rondaba por la cabeza desde
siempre: crear un dispositivo/aplicación que se activase cuando una persona
tuviese una urgencia. Por esta razón, Raúl ansiaba el puesto de jefe, para
poder reunir a toda la empresa en un único proyecto.
Y
es por eso por lo que le había llamado la atención a Martín. A pesar de que a
todo el mundo le gustaba Martín, a Raúl nunca le había parecido nunca tan bueno
como el resto decía, siempre había creído que su persistente ambición con ser
el mandamás de la empresa coincidía con su rapidez escalando puestos. Es cierto
que llevaba casi los mismos años que Raúl en esa empresa, pero a éste le
parecía raro que una persona sin apenas estudios sobre la materia de la empresa
fuese tan bueno como para quitar de encima a tanta gente como se había quitado.
Y
el caso de Marco, fue la gota que colmó el vaso para Raúl. Desde siempre habían
sido muy amigos y se conocían muy bien, por eso, aún no había logrado entender
como una persona tan trabajadora y tan implicada se hubiese esfumado de la
empresa sin más.